NUEVA YORK
la soledad, envuelta en una gabardina,
deambula bajo la lluvia
buscando desesperadamente a alguien
a quien exhibirse completamente desnuda;
las prostitutas patrullan las aceras
mientras la policía se alquila
por un puñado de dólares;
desolation row no se estudia en las escuelas del vecindario,
(tampoco se leen las novelas de Auster)
y los jóvenes escuchan la música de la MTV
mientras sueñan con hacerse marines;
la cámara mágica de Allen desciende
al ritmo de una rapsodia en azul
sobre la cabeza de un pretencioso escritor sin talento
(un viajante de comercio a quien una vez dejaron).
Tal vez exista el alma,
pero estará vacía;
el humo sonoro de un clarinete
perfuma el aire en si bemol,
los mecheros golpean rítmicamente
las mesitas redondas;
el blues no ha muerto aun,
pero su esquela parece colgada
en los neones que anuncian ropa deportiva.
Un ratero roba un coche
mientras silba una canción hermosa,
enciende el motor,
apaga un cigarrillo
y huye a medianoche.