La Justicia está emparentada con la Utopía.
La primera camina lenta y pesada, siempre uno o dos pasos por detrás del día a día. La otra, esquiva, se escabulle constantemente, dando esquinazo a cada momento, a la terca realidad.
Por eso, si ayer Córdoba comenzaba a despertar después de un confinamiento que se nos hacía ya interminable -y podíamos celebrar que las bibliotecas, las terrazas o los comercios nos esperan ya con sus brazos abiertos-, precisamente hoy, es decir, de nuevo con un día de retraso, se inicia la singular y pausada desescalada de una administración de Justicia que se encuentra aletargada y que ya se movía, antes de la pandemia, a un ritmo infinitamente más lento que la vida ordinaria y que las necesidades de la ciudadanía.
El Derecho es -o debería ser- la garantía del más débil. La carta de triunfo que protege a los más desfavorecidos. El camino por el que alcanzar soluciones a nuestros inevitables conflictos. Por eso sorprende, y decepciona aún más, que la Justicia haya quedado una vez más postergada y devaluada. Ni siquiera aparece expresamente mencionada en el Plan -de título orwelliano- para la Transición hacia una Nueva Normalidad aprobado el pasado 28 de abril por el Consejo de Ministros. Y ya se sabe que difícilmente consigue sobrevivir aquello que ni siquiera se nombra.
No hace mucho que pasamos de tener un desvencijado Palacio de Justicia -cuyas reminiscencias aristocráticas recordaban al inalcanzable Castillo de Kafka– a inaugurar una resplandeciente Ciudad de la Justicia, donde cada cual debe tener cabida y donde debe quedar suficientemente representado el ágora, la plaza del pueblo del que, como señala nuestra Constitución, emanan todos los poderes del Estado. También el de administrar la Ley.
Defendía Julio Anguita -cuya lucidez y ejemplo resultan hoy tan necesarios como siempre- que la utopía es técnicamente posible, pero hay que luchar contra la ceguera.
La Utopía está emparentada con la Justicia -y también con la poesía-.
Por eso la equidad y la igualdad son también posibles. Como vivir cada día como si fuera el primero y cada noche como si fuera la última.
Columna leída en HOY POR HOY CÓRDOBA (CADENA SER) el 12/5/20